Las feromonas son unas sustancias químicas presentes en el sudor de ambos sexos y también en las secreciones vaginales de las mujeres. Como es sabido, la función de las feromonas es la de atraer al sexo opuesto, y su existencia explica los casos de “atracción a primera vista”: se trata de casos donde las feromonas ejercen su magia afrodisíaca.
Aunque estén relacionadas con el sudor, la percepción de las feromonas no se produce a través del olfato sino del órgano vomeronasal, situado cerca del tabique de la nariz.
Este órgano capta estas sustancias y envía una señal de su presencia al cerebro, más concretamente al hipotálamo, que además de regular el hambre, la temperatura corporal y el sueño, se encarga también de activar el deseo sexual.
Según un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo, las feromonas masculinas activan áreas similares del cerebro de mujeres heterosexuales y hombres homosexuales. Además de su efecto sobre la atracción sexual, las feromonas masculinas también tienen la capacidad de regular el periodo menstrual de las mujeres que están en contacto frecuente con ellas.
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